Reproducimos un fragmento de Kafka en la orilla, lo último es castellano de Haruki Murakami. Por cortesía de El Cultural.
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Como dormía, me he perdido el instante en que el autocar ha cruzado el enorme puente que cuelga sobre el mar Interior. Me hacíamucha ilusión contemplar con mis propios ojos ese gran puente que sólo había visto en los mapas. Ahora alguien me despierta dándome unos suaves golpecitos en el hombro.
–¡Eh! ¡Ya hemos llegado! –exclama ella. Me desperezo en mi asiento, me froto los ojos con el dorso de la mano y, luego, miro al otro lado de la ventana. En efecto, el autocar está detenido en lo que parece la plaza de delante de la estación. La luz de la mañana inunda los alrededores. Es una luz cegadora pero dulce. Ofrece una impresión un poco distinta a la de Tokio. Miro mi reloj de pulsera. Son las seis y treinta y dos minutos.
Ella me dice con voz cansada:
–¡Uff! ¡Qué viaje tan largo! Estoy molida. Me duele el cuello. En mi vida volveré a coger un autocar nocturno. La próxima vez vendré en avión, aunque sea un poco más caro. Haya turbulencias o secuestros, yo, de aquí en adelante, en avión.Bajo su maleta y mi mochila del compartimento de equipajes que está sobre los asientos.
–¿Cómo te llamas? –le pregunto.
–¿Yo?
–Sí.
–Sakura –responde ella–. ¿Y tú?
–Kafka Tamura –digo yo.
–Kafka Tamura –repite Sakura–. ¡Qué nombre tan extraño! Es fácil de recordar.
Asiento. No es fácil convertirse en otra persona. Pero sí tomar un nombre distinto.Al bajar del autocar, ella deposita su maleta en el suelo, se sienta encima, saca una libreta del bolsillo de la pequeña mochila que lleva colgada a la espalda y garabatea algo en una página con un bolígrafo. Arranca la hoja y me la da. En ella hay apuntado lo que parece un número de teléfono.
–Es mi número de móvil –dice ella haciendo una mueca–.De momento voy a alojarme en casa de mi amiga, pero si te apetece ver a alguien, llámame. Podemos comer juntos si quieres. No admito cumplidos. Ya sabes, “aun el encuentro más casual...”. Se dice así, ¿no?
–“...está predestinado” –concluyo.
–Eso, eso –dice ella–. ¿Y qué significa?
–La predestinación. Que ni siquiera las cosas más triviales suceden por casualidad.
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4 comentarios:
a mi no me gusto el fragmento :(
A mi si me gustó el fragmento y estoy totalmente de acuerdo: la vida está hecha de pequeñas casualidades.
me doy cuenta que cada vez más la literatura está hecha de palabras sencillas, las palabras apuntan lo trivial de nuestra vida
Si pudiera yo elegir el fragmento, no pondria ese, el libro tiene mucho mejores cosas, sin embargo y apesarde eso, la narracion de Murakami es simple, tan simple y tan descriptiva que te quedas maravillado por ella, en fin llean el libro no se decepcionaran
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