Entre disco y disco, entre gira y gira, en el tiempo libre que le dejan los premios que no va a recoger, Bob Dylan también se dedica a la pintura. Que lo haga bien o mal es tarea para los críticos. Los tres ejemplos que he encontrado hoy en el Periódico de Catalunya me gustan, recuerdan a viñetas de cómic, casi al Corto Maltés, con esos azules marineros y esa infinita línea del ferrocarril por la que vendrá seguramente un tren lento. Dice el Periódico:
"La elegante galería Halcyon de Londres expondrá, desde este sábado y hasta finales de julio, una amplia selección de pinturas y dibujos del cantante. The Drawn Blank Series es una muestra de unas 300 obras, llenas de fuerza y color.
Durante sus largas giras por los escenarios de América, Europa y Asia, entre 1989 y 1992, Dylan fue captando con sus lápices y pinceles los paisajes, ambientes y personajes que desfilaban ante sus ojos. En muchas ocasiones eran las vías del tren vacías, cruzándose en el infinito. En otras eran bocetos de las habitaciones de hotel por las que iba pasando, todas diferentes y tan iguales a la vez. Había también bares de carretera, con un cierto aire de desolación. A veces Dylan dibujaba retratos de seres anónimos que le llamaban la atención. Abundan las mujeres anónimas, desnudas en ocasiones, con las que quizás hizo el amor.
Aquellos apuntes apresurados, realizados por puro placer se convirtieron en lienzos y cuadros en el 2007. Ahora cuelgan de los muros exquisitos de una de las galerías más prestigiosas de la capital británica".
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