
Las agencias de noticias asistentes a la rueda de prensa (un trámite que Auster se tomó como un "deber" que debía cumplir después de aceptar el premio con "sorpresa"), giraron sus teletipos en torno a dos ideas lanzadas por el neoyorquino. De un lado, el razonamiento de que la "libertad absoluta" es "condición esencial" de la literatura. Alguien le preguntó por lo límites que uno debe autoimponerse, por ejemplo, para no herir susceptibilidades en otras religiones o en otros creyentes. "No, desde luego que no debe hacerse", contestó Auster. "Si te pones a pensar que puedes ofender a alguien, estás traicionando a la literatura", agregó.
Otros eligieron un sonoro y redonde titular: "Escribiendo he aprendido lo imbécil que soy", titula la edición digital de La Vanguardia. "No es fácil escribir una novela, porque en el transcurso de la misma uno comete tantos errores, escribe frases tan malas o rechaza tantas cosas que acaba siendo un arte o una profesión muy humilde", dijo el escritor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario