Paul Auster apura sus horas en Asturias antes de recoger, mañana viernes, el premio Príncipe de Asturias de las Letras. Hoy estará con los universitarios en la facultad de Humanides de Oviedo y participará en una conferencia junto a Pedro Almodóvar (Príncipe de Asturias de las Artes) y Jorge Herralde, su editor español, en el teatro Jovellanos de Gijón. Ayer ofreció su primera rueda de prensa, de la transcribimos un amplio extracto que se puede consultar originariamente en el diario La Razón.
-No sé si con este premio se ve como un «príncipe de las letras»…
-No. En primer lugar, uno no se convierte en escritor para ganar premios. La literatura no son los Juegos Olímpicos. Sin embargo, a la gente le gusta conceder premios y a los escritores recibirlos. Y yo he ganado unos pocos que me han alegrado y subido mi ego. Ganar un premio no te ayuda a escribir, sólo lo hace pensar en tu siguiente obra.
-¿Alguna vez imaginó ser el autor reconocido que es hoy?
-Nunca. Tampoco me había imaginado llevar la vida que ahora estoy llevando. Cuando era más joven, pensaba simplemente en poder publicar, soñaba con tener simplemente cinco lectores. No escribo porque quiera escribir, sino que hay algo dentro de mí que me empuja a contar una historia.
-Pero usted sigue escribiendo, según confiesa, para un lector ideal, uno tan sólo.
-Sí. Pero no pienso en nadie en especial. Sé que me dirijo a alguien aunque no lo conozca. Lo maravilloso de la literatura es que cada lector hace su propia lectura y ninguna coincide. Y el escritor debe ser consciente de eso.
-El jurado, como un buen número de críticos literarios, ha elogiado su capacidad de innovación. ¿Pero escribe pensando en innovar?
-No. Lo que sucede es que uno, como un pintor o cualquier otro artista, no quiere repetir lo que ya han hecho otros. Ni siquiera uno mismo. Y esa capacidad o ese don unos lo descubren antes que otros. A mí lo que me preocupa es expresar clara y honestamente lo que pienso. Y eso nos llevaría a hablar del contenido de mis novelas. Y son estos contenidos los que deciden su forma. Nunca al revés. Por eso mis novelas parecen tan distintas.
-¿De algún modo, como le sucede a sus personajes, el azar ha gobernado también su vida?
-No creo que el azar exactamente gobierne la vida de mis personajes, lo que ocurre es que el azar es un elemento del mundo. No lo podemos obviar. Pero no es el único. Nosotros tenemos la capacidad de elegir nuestra vida, de tener sueños y de decidir cómo nos vestimos. Sí pienso que, para mí, la manera más interesante de contar una historia es seguir el rastro de las casualidades o experiencias con el azar que le ocurren a un personaje e ir viendo cómo unas nos llevan a otras.
-¿Pero por qué esa reiteración con el azar?
-Cuando tenía catorce años fui a un campamento de verano. Éramos veinte niños más los monitores. Y en pleno bosque se desató una terrible tormenta y al niño que más cerca estaba de mí le alcanzó de repente un rayo y se murió. Ése fue un punto de inflexión de mi vida. Aquel niño estaba sano y feliz y un segundo más tarde murió. Yo podría haber estado en su lugar. Eso me hizo reflexionar sobre nuestra fragilidad en el mundo. Muchos de mis pensamientos nacen de esas experiencias.
-¿Qué decide que una de estas experiencias arraiguen en una historia literaria o, por el contrario, cinematográfica, en donde ahora anda?
-Estoy acabando La vida interior de Martin Frost. Es verdad que hay historias que no pueden ser escritas, que hay forzosamente que rodarlas. Y la de Martin Frost es de éstas. No podría haberla transformado nunca en una novela. Para mí el cine es una cura de salud, que me obliga a salir de la vida solitaria del escritor.
-¿Y tiene usted como Martin Frost una musa de la que corre el riesgo de enamorarse?
-Ja, ja… Sí, mire usted a esa mujer de ahí (dice señalando a Siri Hustwedt, su esposa, que le acompaña discretamente). Pero me enamoré de ella hace ya muchos años.
-Su próxima novela saldrá antes en Inglaterra que en Estados Unidos. ¿Cree como Woody Allen que en Europa se entienden y aprecian mejor sus obras?
-No, no creo que sea mi caso. Yo diría que más o menos a partes iguales. Esa obra, Viaje en el escriptorum, saldrá en febrero en Gran Bretaña simplemente porque el editor lo ha querido así. Va a ser un libro muy raro, que transcurre en una sola habitación durante unas pocas horas y que estoy deseando ver publicado. Tengo curiosidad por ver la reacción de mis lectores.
Foto: LaVoz de Asturias.
1 comentario:
Je ne peux pas croire!
Un blog sobre Paul Auster... Dios existe :)
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