Los viajes de Follett a Vitoria
La conexión española
Por Antxon Urrusolo
Hace cinco años, el novelista que más libros ha vendido en España en las dos últimas décadas se adentraba en Santa María, la catedral vieja de Vitoria. Guiado por Juan Ignacio Lasagabaster, uno de los arquitectos de la restauración del templo, pasó varias horas recorriéndolo. Preguntó por ángulos, bóvedas, procesos constructivos, grados de inclinación de las escaleras de caracol y otras cuestiones de considerable complejidad técnica, y quedó vivamente impresionado por el triforio, la galería que rodea el interior de la iglesia sobre los arcos de las naves laterales. Entre los muros y los ordenadores en los que se almacena la información sobre la restauración, encontró docenas de historias arquitectónicas, sociales y humanas que, probablemente, le ayudaron a tomar la decisión que millones de personas esperaban. Su novela mágica, la que 18 años después de publicada todavía compran 100.000 estadounidenses cada año y en España lleva cinco millones y medio de eemplares despachados, tendría segunda parte. Y la catedral vieja de Vitoria le serviría de inspiración.
El escritor se llamaba, se llama, Ken Follett; el libro que le ha hecho mundialmente famoso, Los pilares de la tierra, y su esperada continuación, felizmente alumbrada cinco años después de aquella visita a la capital alavesa, Un mundo sin fin. Saldrá a la venta el Día de los Inocentes y Follett viajará a España para presentarlo en la misma catedral de Vitoria el próximo 9 de enero. Pero desde hace unas semanas ya está disponible la versión inglesa. Y en ella, en su última página, la 1.113 –en la edición española son 1.184–, la de los agradecimientos, entre docenas de nombres de acento anglosajón, destacan los de Carlos Rodríguez de Diego, Gonzalo Arroita y el intérprete Luis Rivero. El embrión de Un mundo sin fin nació en el País Vasco, los cinco años que ha llevado su redacción están salpicados de e-mails y viajes entre Vitoria y Londres, y Rodríguez de Diego, Arroita y Rivero han sido durante este tiempo los tres mosqueteros del escritor británico en su aventura española.
A sus 58 años, Follett conserva su peculiar mata de pelo blanco, una exuberancia capilar que adorna una cabeza magnífica, sólida, rotunda, como de busto romano, y que contrasta con la irresistible cercanía de su dueño. “Lo que sucede en Un mundo sin fin también ocurrió en la catedral vieja de Vitoria”, explica. “El templo se ha levantado con los mismos puntos débiles. Jack [uno de los personajes de la nueva historia] se encuentra con que la catedral [la misma cuya construcción sirvió de hilo narrativo de Los pilares de la tierra] comienza a agrietarse. Los constructores medievales no tenían una teoría adecuada de por qué los edificios se sustentan. Cometían errores y luego debían solucionarlos. Y la radiografía de ese proceso se ha hecho en Santa María. Por desgracia, cuando escribí Los pilares de la tierra no había ninguna catedral en Europa que exhibiera sus entrañas como ésta”. [seguir leyendo]
Por Antxon Urrusolo
Hace cinco años, el novelista que más libros ha vendido en España en las dos últimas décadas se adentraba en Santa María, la catedral vieja de Vitoria. Guiado por Juan Ignacio Lasagabaster, uno de los arquitectos de la restauración del templo, pasó varias horas recorriéndolo. Preguntó por ángulos, bóvedas, procesos constructivos, grados de inclinación de las escaleras de caracol y otras cuestiones de considerable complejidad técnica, y quedó vivamente impresionado por el triforio, la galería que rodea el interior de la iglesia sobre los arcos de las naves laterales. Entre los muros y los ordenadores en los que se almacena la información sobre la restauración, encontró docenas de historias arquitectónicas, sociales y humanas que, probablemente, le ayudaron a tomar la decisión que millones de personas esperaban. Su novela mágica, la que 18 años después de publicada todavía compran 100.000 estadounidenses cada año y en España lleva cinco millones y medio de eemplares despachados, tendría segunda parte. Y la catedral vieja de Vitoria le serviría de inspiración.
El escritor se llamaba, se llama, Ken Follett; el libro que le ha hecho mundialmente famoso, Los pilares de la tierra, y su esperada continuación, felizmente alumbrada cinco años después de aquella visita a la capital alavesa, Un mundo sin fin. Saldrá a la venta el Día de los Inocentes y Follett viajará a España para presentarlo en la misma catedral de Vitoria el próximo 9 de enero. Pero desde hace unas semanas ya está disponible la versión inglesa. Y en ella, en su última página, la 1.113 –en la edición española son 1.184–, la de los agradecimientos, entre docenas de nombres de acento anglosajón, destacan los de Carlos Rodríguez de Diego, Gonzalo Arroita y el intérprete Luis Rivero. El embrión de Un mundo sin fin nació en el País Vasco, los cinco años que ha llevado su redacción están salpicados de e-mails y viajes entre Vitoria y Londres, y Rodríguez de Diego, Arroita y Rivero han sido durante este tiempo los tres mosqueteros del escritor británico en su aventura española.
A sus 58 años, Follett conserva su peculiar mata de pelo blanco, una exuberancia capilar que adorna una cabeza magnífica, sólida, rotunda, como de busto romano, y que contrasta con la irresistible cercanía de su dueño. “Lo que sucede en Un mundo sin fin también ocurrió en la catedral vieja de Vitoria”, explica. “El templo se ha levantado con los mismos puntos débiles. Jack [uno de los personajes de la nueva historia] se encuentra con que la catedral [la misma cuya construcción sirvió de hilo narrativo de Los pilares de la tierra] comienza a agrietarse. Los constructores medievales no tenían una teoría adecuada de por qué los edificios se sustentan. Cometían errores y luego debían solucionarlos. Y la radiografía de ese proceso se ha hecho en Santa María. Por desgracia, cuando escribí Los pilares de la tierra no había ninguna catedral en Europa que exhibiera sus entrañas como ésta”. [seguir leyendo]
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