La designación de Paul Auster como Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006 estuvo acompañada de una amplia cobertura mediática difícil de digerir en un solo día. La prensa escrita se volcó en el nombramiento (aunque pocos llevaron el asunto a portada), no tanto las televisiones, que apenas dedicaron unos minutos a Auster en sus disputados noticiarios de mediodía y prime-time. Todas las coberturas rondaron en torno a lo previsible. Entrevistas (ABC y el grupo Vocento abrió sus secciones culturales con la conseguida por Belén Rodrigo desde Lisboa); crónicas de la designación más o menos salpicadas con la vida y obra del autor y colaboraciones de críticos literarios, personajes próximos a Auster (Almodóvar en El País; el editor Jorge Herralde en El Mundo y La Vanguardia) y hasta algún blogger.
"Premio a la magia literaria de Paul Auster", tituló El País en la apertura de su sección cultural. Acompañó la crónica con una colaboración de Pedro Almodóvar (Auster habia respaldado al manchego en la designación de éste al Príncipe de Asturias de las Artes, que logró) y con un interesante comentario de José María Guelbenzu, escritor y crítico habitual del diario madrileño.
El Mundo hizo tres páginas. Abrió con la crónica, siguió con una entrevista más breve y salpicó de opiniones autorizadas: Jorge Herralde (editor de Auster en España), José Antonio Gurpegui, Juan Bonilla y Justo Navarro, traductor de algunas de las novelas y prologista de El Cuaderno Rojo. Los artículos se pueden consultar en elmundo.es previo pago.
La Vanguardia remató el asunto con una única página, mientras El Correo hizo cuatro páginas y tres ABC, con artículos de Juan Manuel de Prada y Alfonso Armada. De Prada considera a Auster "quizá el autor más influyente de nuestra época" y le califica de "escritor fetiche", como en su día lo fue Borges, dice, para la literatura en castellano. Ello se demuestra en que "también se editan con éxito sus guiones, ya sean de películas propias o ajenas, incluso aquelos libros recopilatorios que bendice con su prólogo. Pero este culto desbordado y fervoroso no lo habría conseguido Auster sin una serie de novelas que han logrado acuñar un universo intransferible, sostenido por la brillantez sorpresiva de sus tramas, por su limpidez estilística y por un despliegue imaginativo que las convierte en festines para la inteligencia".
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